Ballade de la Langue
lunes, 16 de julio de 2012
...
No sé qué me causa más aprensión: que se me acerque un malandro y me diga "eh, morro, préstame cinco pesos"o unos individuos vestidos de traje que lleguen a mi casa y que me digan "¿nos puede prestar cinco minutos de su tiempo?"
sábado, 24 de diciembre de 2011
Masaje a la Comunidad
Y se posicionará en la Cruz del Sur y allí quedará aparentemente inmóvil por tres días y regresará al firmamento para comenzar otra vez su ciclo. Hoy “renace“ el sol.
La versión astrólogica es de mi agrado, pero si ustedes ya se aburrieron de la versión hebrea -como yo hace varios años-, he aquí otras deidades análogas a Jesucristo que también pueden adorar ya que, al fin y al cabo, hacen referencia al mismo evento:
Horus
Mithra
Attis
Krishna
Dionisio
Odín
Quetzalcoatl
Para los que creen en la versión bastardizada de San Nicolás, les recomiendo a a su compinche Krampus -uno de mis favoritos- que era el que se encargaba de “disciplinar“ a los chilpayates. Hay otras festividades también si gustan:
Kwanzaa
Hannukah
Saturnalia
Yule
Y si simplemente están agradecidos por el simple hecho de haber despertado otra vez, salgan a la calle, vean el firmamento, admiren el paisaje -sea densamente urbano o rural da igual-, sientan el sol que tan bien les hará en estos días tan fríos. Perdónense a sí mismos tanto por sus nimios como por sus garrafales tropiezos y, por igual, perdonen a aquellos que los han dañado porque la verdad es que ignoramos el infierno personal que estos viven día a día. Dénse cuenta que no somos un fenómeno aislado, que estamos íntimamente conectados con nuestra especie, con los animales, la vegetación, con las estrellas, los planetas y absolutamente todo lo que nos rodea.
A decir verdad, siempre he estado en contra de que necesitemos una excusa para celebrar la vida, pues bien, si eso hace falta, entonces usen este día para decirle que aman a quienes nunca se lo han dicho por simple miedo, demuestren este sentimiento con actos a quienes ya se lo han dicho, convivan, platiquen de sus deseos y preocupaciones, rían y enójense, ¡vivan! Cabe decir que para hacer esto, tienen que apagar sus televisores, su computadora, sus videojuegos y, de ser posible, sus celulares. Aléjense de estos aparatos al menos por hoy. Tengan el valor de empezar a entender la vida en vez de querer controlarla.
Entiendo que esto que escribo para muchos puede resultar sumamente complicado o imposible. Para otros ni siquiera es una posibilidad por las condiciones precarias en las que se pudiesen encontrar. Este mundo se está cayendo a pedazos y lo peor es que no hacemos nada al respecto y parte de ello es que ni siquiera estamos dispuestos a hacer algo para nuestra propia familia. Si en realidad amas la vida lucharás día a día por el bienestar común y no por mantener la efímera estabilidad de tu mundo. Y esto ha de ser no porque somos de la misma especie, etnia, credo, nación, región, posición política o porque compartamos la misma preferencia sexual o nivel intelectual o apariencia física, pues todas esas barreras son ilusorias. Todos, plantas, animales y nuestra misma especie somos uno y todos somos habitantes de un planeta entre millones; este planeta que es nuestra casa y madre.
Por último, les agradezco que se hayan tomado la molestia de leer este post que se salió de proporción y espero tener el valor y delicadeza de tener un contacto más humano con ustedes. No será nada fácil y me tambalearé varias veces, pero me esforzaré porque se lo merecen, porque estamos en el mismo viaje, porque honro su vida, la mía, porque los amo y porque cada uno de ustedes me define. Gracias.
Les dejó este hermoso poema de Eladia Blázquez:
HONRAR LA VIDA
No
Permanecer y transcurrir
No es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida.
Merecer la vida no es callar ni consentir
Tantas injusticias repetidas
Es una virtud, es dignidad
Y es la actitud de identidad
Mas definida.
Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Por que no es lo mismo que vivir
Honrar la vida.
No
Permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
Honrar la vida
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida
Merecer la vida es erguirse vertical
Más allá del mal, de las caídas
Es igual que darle a la verdad
Y a nuestra propia libertad
La bienvenida.
La versión astrólogica es de mi agrado, pero si ustedes ya se aburrieron de la versión hebrea -como yo hace varios años-, he aquí otras deidades análogas a Jesucristo que también pueden adorar ya que, al fin y al cabo, hacen referencia al mismo evento:
Horus
Mithra
Attis
Krishna
Dionisio
Odín
Quetzalcoatl
Para los que creen en la versión bastardizada de San Nicolás, les recomiendo a a su compinche Krampus -uno de mis favoritos- que era el que se encargaba de “disciplinar“ a los chilpayates. Hay otras festividades también si gustan:
Kwanzaa
Hannukah
Saturnalia
Yule
Y si simplemente están agradecidos por el simple hecho de haber despertado otra vez, salgan a la calle, vean el firmamento, admiren el paisaje -sea densamente urbano o rural da igual-, sientan el sol que tan bien les hará en estos días tan fríos. Perdónense a sí mismos tanto por sus nimios como por sus garrafales tropiezos y, por igual, perdonen a aquellos que los han dañado porque la verdad es que ignoramos el infierno personal que estos viven día a día. Dénse cuenta que no somos un fenómeno aislado, que estamos íntimamente conectados con nuestra especie, con los animales, la vegetación, con las estrellas, los planetas y absolutamente todo lo que nos rodea.
A decir verdad, siempre he estado en contra de que necesitemos una excusa para celebrar la vida, pues bien, si eso hace falta, entonces usen este día para decirle que aman a quienes nunca se lo han dicho por simple miedo, demuestren este sentimiento con actos a quienes ya se lo han dicho, convivan, platiquen de sus deseos y preocupaciones, rían y enójense, ¡vivan! Cabe decir que para hacer esto, tienen que apagar sus televisores, su computadora, sus videojuegos y, de ser posible, sus celulares. Aléjense de estos aparatos al menos por hoy. Tengan el valor de empezar a entender la vida en vez de querer controlarla.
Entiendo que esto que escribo para muchos puede resultar sumamente complicado o imposible. Para otros ni siquiera es una posibilidad por las condiciones precarias en las que se pudiesen encontrar. Este mundo se está cayendo a pedazos y lo peor es que no hacemos nada al respecto y parte de ello es que ni siquiera estamos dispuestos a hacer algo para nuestra propia familia. Si en realidad amas la vida lucharás día a día por el bienestar común y no por mantener la efímera estabilidad de tu mundo. Y esto ha de ser no porque somos de la misma especie, etnia, credo, nación, región, posición política o porque compartamos la misma preferencia sexual o nivel intelectual o apariencia física, pues todas esas barreras son ilusorias. Todos, plantas, animales y nuestra misma especie somos uno y todos somos habitantes de un planeta entre millones; este planeta que es nuestra casa y madre.
Por último, les agradezco que se hayan tomado la molestia de leer este post que se salió de proporción y espero tener el valor y delicadeza de tener un contacto más humano con ustedes. No será nada fácil y me tambalearé varias veces, pero me esforzaré porque se lo merecen, porque estamos en el mismo viaje, porque honro su vida, la mía, porque los amo y porque cada uno de ustedes me define. Gracias.
Les dejó este hermoso poema de Eladia Blázquez:
HONRAR LA VIDA
No
Permanecer y transcurrir
No es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida.
Merecer la vida no es callar ni consentir
Tantas injusticias repetidas
Es una virtud, es dignidad
Y es la actitud de identidad
Mas definida.
Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Por que no es lo mismo que vivir
Honrar la vida.
No
Permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
Honrar la vida
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida
Merecer la vida es erguirse vertical
Más allá del mal, de las caídas
Es igual que darle a la verdad
Y a nuestra propia libertad
La bienvenida.
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C'est Ma Vie,
Flatulencias mentales
lunes, 12 de diciembre de 2011
Un mundo ideal
Hace unos minutos, estaba tranquilamente limpiando mi cuarto mientras
escuchaba música. De pronto, recordé una frase y tranquilamente me
senté en mi cama, miré hacia la ventana, y con afán curioso me pregunté:
¡qué carajos es esta mierda de "un mundo ideal"! Estoy seguro que han
escuchado al menos a una persona decir esto cuando se refieren a cómo
deberían ser ciertos aspectos de la vida en general. Nadie jamás parece
estar a gusto con lo que tiene y, debo agregar, en varias ocasiones
este sentimiento se encuentra completamente justificado, pero eso no
nos da cabida a cometer una y otra vez tal presunción, es decir, querer
idealizar al mundo. Para prueba he aquí un ejemplo: en un mundo ideal
yo sería su Dios porque, claramente, mi intelecto y concepción de una
realidad productiva son superiores a lo que su mente Neandertal pueda
concebir. Los únicos que quizá pudieran tomar mi lugar serían personas
como Jacque Fresco o Stephen Hawking. Eso no sucederá, claro está,
porque el mismo arquitecto del universo me ha dicho que yo soy su
encarnación en esta tierra. ¿No les encantaría vivir en ese mundo? Pues a
mí sí, porque es un mundo ideal y todos deberían postrarse ante mí,
todas las mujeres mis esclavas sexuales y todos los hombres mis lacayos.
Y como decía George Carlin: "tengo tanta autoridad como el Papa, pero
hay menos gente que lo cree".
¿Qué les parece otro ejemplo un tanto menos egocéntrico? Supongamos que creamos una sociedad que sólo permita vivir a aquellos que contribuyan directamente, es decir que tengan valor social. Los demás, considerados parásitos, serían exterminados si no alcanzan los niveles propuestos por la sociedad. Ni se mencione a los lisiados o aquellos que tengan deficiencias mentales o motrices. Gracias a esto, los demás, los sobrevivientes de este régimen, gozan de los frutos de una civilización productiva porque sólo tenemos gente de provecho y ésta es considerada superior. ¿Nos gustaría vivir en ese mundo? Francamente, yo tendría que ser uno de los primeros en jalar el gatillo al suicidarme y podría ser un sacrificio que valga la pena.
Entonces, ¿qué mundo "ideal" estamos describiendo? ¿El mío, el nuestro, el de Stalin, el de Eisenhower, el de Lennon? ¿Saben quiénes también soñaban un mundo ideal? Les daré una breve e incompleta lista: Napoleón, Magno, Atila, Hitler, Franco o qué tal si investigan un poco acerca de las Inquisiciones, Cruzadas, Comunismo, Nacionalismo, la Colonización et alterum. Acaso esto no suena un poco a... no sé, déjenme pensar en algo arbitrario... algo así como Fascismo. He de aceptar que quizás esta última aseveración suene un tanto disparatada, pero si en realidad lo pensamos por un momento, todo lo que han leído hasta ahora es evidencia clara de cómo empiezan los sistemas opresivos y cómo siguen resultando tan efectivos a pesar de tantos años de lucha.
Idealizar no permite llevar a cabo un análisis apropiado de nuestra situación actual ya que nos enfocamos en soñar un mundo cuyos síntomas han sido modificados pero cuya enfermedad sigue más viva que nunca. El mundo mexicano, por ejemplo, no será ideal cuando, el mesías del pueblo, López Obrador, gane o que tengamos una presidente indígena, lesbiana y atea no hará una sociedad más egalitaria. La cuestión más bien es: ¿para quién resultaría ideal? Que todos las grandes compañías y millonarios paguen sus impuestos como deberían sería ideal para las clases media y baja, pero no creo que Carlos Slim esté muy dispuesto. Una más: tener un mundo en donde el 1% tenga la riqueza del imperio estadounidense y el 99% restante pueda apenas subsistir, es el sueño húmedo de todo burgués pero la pesadilla de todo esclavo monetario -es decir ustedes y yo-. Sin embargo, en estos dos casos, podemos ver que no existe un mundo ideal.
Sin embargo, cambiemos un poco la cuestión, ¿qué mundo sería óptimo para casi, sino todos los seres humanos, así como para los que no sean humanos? Un mundo donde haya pocos indicios o erradicación completa del crimen, la pobreza, el hambre, la envidia, la violencia, y toda manifestación de odio hacia nuestra propia especie, las especies animales, vegetales o, mejor dicho, todo nuestro entorno. Eso dista de ser un mundo ideal, sino uno justo, pero más que justo, un mundo compasivo. Es claro que no vivimos en tal lugar, ni hemos vivido así en los últimos siglos, y por ello resulta lógico que pocos puedan siquiera pensar que una vida así pueda llegar a ser posible. No podemos hacerlo, porque no conocemos nada mejor y nuestra mentalidad está sujeta a los conceptos de escasez, poder, competividad, dominación, superioridad, elitismo, etcétera. Todas y cada una de estas conductas aberrantes son pilares del sistema monetario, el cual ha tomado proporciones religiosas y por ello mismo resulta incluso una burla cuestionar su validez.
Una vez más, si lo que digo suena disparatado, y creen que no hay problema alguno con el mentado sistema, les invito a que hagan un experimento: traten de viajar sin dinero. Notarán que ustedes son tan libres como el tamaño de su billetera y sus cuentas bancarias. Qué tal si analizan los problemas sociales que tenemos hoy en día, por ejemplo, el hambre. ¿Necesitan en realidad pensar por qué tanta gente muere de hambre? Sé qué contestarán algunos de ustedes: porque no trabajan, porque no estudiaron, porque no hacen lo suficiente. También puedo imaginar quienes dan esta respuesta: clase media, navegando todo el día por la web, diciéndole al mundo los pormenores de su vida por Facebook, muy probable es que su tez no esté tan morena como para ser considerado un "indio patarajada" -aunque el último factor podría ser irrelevante si el individuo en cuestión viene de una familia bien acomodada o con la ilusión de serlo-. Una persona que ha vivido en carne propia los estragos de haber nacido en una familia pobre y, sobre todo, una familia pobre indígena jamás dirá que no ha intentado lo suficiente para tener una vida decente. Decir que todos tenemos la mismas oportunidades de crecer cuando este sistema fomenta el individualismo en vez de la cooperación es otro indicador que nuestra y casi todas las sociedadades son simplemente apáticas y mediocres. No caer en cuenta que la pobreza es una forma de erradicación sistemática y no hacer nada al respecto es lamentable. ¿Más ejemplos? Explotación inmesurada de recursos y estos se desglozan en extinción masiva, cambios climáticos, muertes por enfermedades degenerativas, desnutrición -éstas últimas dos son consecuencia de comidas y ambientes cada vez más tóxicos-. Díganme si se les antojan más.
Sigan de igual manera analizando la escasez de recursos -ficticia en casos como la comida, real en el caso del petróleo pero no en el de energías alternativas-, las guerras, el crimen, la apatía, la decadente educación y más. O en casos individuales, ¿les gusta su trabajo? Si dicen que sí, los felicito porque hacen lo que les gusta. Pero si dicen que no, ¿entonces por qué siguen trabajando allí? Si la respuesta no está relacionada con el dinero, entonces, seré el primero en admitir que quizás el sistema monetario no es el problema. Y no falta evidencia para comprobar que auténticamente creemos que el ideal último es tener mucho dinero y posesiones, durante varios siglos así ha sido y durante esos mismos siglos no ha funcionado más que para algunos. Pero, ¿qué tal si la misma civilización al idealizarse así misma es en realidad el problema? ¿Podríamos, pues, estar libres de dinero pero seguir con esa actitud digna del humano patriarca, aquél que cree que el planeta está aquí para ser dominado y explotado? ¿Dónde están sus prioridades, hermanos? ¿Qué es lo que en realidad importa?
¿Qué les parece otro ejemplo un tanto menos egocéntrico? Supongamos que creamos una sociedad que sólo permita vivir a aquellos que contribuyan directamente, es decir que tengan valor social. Los demás, considerados parásitos, serían exterminados si no alcanzan los niveles propuestos por la sociedad. Ni se mencione a los lisiados o aquellos que tengan deficiencias mentales o motrices. Gracias a esto, los demás, los sobrevivientes de este régimen, gozan de los frutos de una civilización productiva porque sólo tenemos gente de provecho y ésta es considerada superior. ¿Nos gustaría vivir en ese mundo? Francamente, yo tendría que ser uno de los primeros en jalar el gatillo al suicidarme y podría ser un sacrificio que valga la pena.
Entonces, ¿qué mundo "ideal" estamos describiendo? ¿El mío, el nuestro, el de Stalin, el de Eisenhower, el de Lennon? ¿Saben quiénes también soñaban un mundo ideal? Les daré una breve e incompleta lista: Napoleón, Magno, Atila, Hitler, Franco o qué tal si investigan un poco acerca de las Inquisiciones, Cruzadas, Comunismo, Nacionalismo, la Colonización et alterum. Acaso esto no suena un poco a... no sé, déjenme pensar en algo arbitrario... algo así como Fascismo. He de aceptar que quizás esta última aseveración suene un tanto disparatada, pero si en realidad lo pensamos por un momento, todo lo que han leído hasta ahora es evidencia clara de cómo empiezan los sistemas opresivos y cómo siguen resultando tan efectivos a pesar de tantos años de lucha.
Idealizar no permite llevar a cabo un análisis apropiado de nuestra situación actual ya que nos enfocamos en soñar un mundo cuyos síntomas han sido modificados pero cuya enfermedad sigue más viva que nunca. El mundo mexicano, por ejemplo, no será ideal cuando, el mesías del pueblo, López Obrador, gane o que tengamos una presidente indígena, lesbiana y atea no hará una sociedad más egalitaria. La cuestión más bien es: ¿para quién resultaría ideal? Que todos las grandes compañías y millonarios paguen sus impuestos como deberían sería ideal para las clases media y baja, pero no creo que Carlos Slim esté muy dispuesto. Una más: tener un mundo en donde el 1% tenga la riqueza del imperio estadounidense y el 99% restante pueda apenas subsistir, es el sueño húmedo de todo burgués pero la pesadilla de todo esclavo monetario -es decir ustedes y yo-. Sin embargo, en estos dos casos, podemos ver que no existe un mundo ideal.
Sin embargo, cambiemos un poco la cuestión, ¿qué mundo sería óptimo para casi, sino todos los seres humanos, así como para los que no sean humanos? Un mundo donde haya pocos indicios o erradicación completa del crimen, la pobreza, el hambre, la envidia, la violencia, y toda manifestación de odio hacia nuestra propia especie, las especies animales, vegetales o, mejor dicho, todo nuestro entorno. Eso dista de ser un mundo ideal, sino uno justo, pero más que justo, un mundo compasivo. Es claro que no vivimos en tal lugar, ni hemos vivido así en los últimos siglos, y por ello resulta lógico que pocos puedan siquiera pensar que una vida así pueda llegar a ser posible. No podemos hacerlo, porque no conocemos nada mejor y nuestra mentalidad está sujeta a los conceptos de escasez, poder, competividad, dominación, superioridad, elitismo, etcétera. Todas y cada una de estas conductas aberrantes son pilares del sistema monetario, el cual ha tomado proporciones religiosas y por ello mismo resulta incluso una burla cuestionar su validez.
Una vez más, si lo que digo suena disparatado, y creen que no hay problema alguno con el mentado sistema, les invito a que hagan un experimento: traten de viajar sin dinero. Notarán que ustedes son tan libres como el tamaño de su billetera y sus cuentas bancarias. Qué tal si analizan los problemas sociales que tenemos hoy en día, por ejemplo, el hambre. ¿Necesitan en realidad pensar por qué tanta gente muere de hambre? Sé qué contestarán algunos de ustedes: porque no trabajan, porque no estudiaron, porque no hacen lo suficiente. También puedo imaginar quienes dan esta respuesta: clase media, navegando todo el día por la web, diciéndole al mundo los pormenores de su vida por Facebook, muy probable es que su tez no esté tan morena como para ser considerado un "indio patarajada" -aunque el último factor podría ser irrelevante si el individuo en cuestión viene de una familia bien acomodada o con la ilusión de serlo-. Una persona que ha vivido en carne propia los estragos de haber nacido en una familia pobre y, sobre todo, una familia pobre indígena jamás dirá que no ha intentado lo suficiente para tener una vida decente. Decir que todos tenemos la mismas oportunidades de crecer cuando este sistema fomenta el individualismo en vez de la cooperación es otro indicador que nuestra y casi todas las sociedadades son simplemente apáticas y mediocres. No caer en cuenta que la pobreza es una forma de erradicación sistemática y no hacer nada al respecto es lamentable. ¿Más ejemplos? Explotación inmesurada de recursos y estos se desglozan en extinción masiva, cambios climáticos, muertes por enfermedades degenerativas, desnutrición -éstas últimas dos son consecuencia de comidas y ambientes cada vez más tóxicos-. Díganme si se les antojan más.
Sigan de igual manera analizando la escasez de recursos -ficticia en casos como la comida, real en el caso del petróleo pero no en el de energías alternativas-, las guerras, el crimen, la apatía, la decadente educación y más. O en casos individuales, ¿les gusta su trabajo? Si dicen que sí, los felicito porque hacen lo que les gusta. Pero si dicen que no, ¿entonces por qué siguen trabajando allí? Si la respuesta no está relacionada con el dinero, entonces, seré el primero en admitir que quizás el sistema monetario no es el problema. Y no falta evidencia para comprobar que auténticamente creemos que el ideal último es tener mucho dinero y posesiones, durante varios siglos así ha sido y durante esos mismos siglos no ha funcionado más que para algunos. Pero, ¿qué tal si la misma civilización al idealizarse así misma es en realidad el problema? ¿Podríamos, pues, estar libres de dinero pero seguir con esa actitud digna del humano patriarca, aquél que cree que el planeta está aquí para ser dominado y explotado? ¿Dónde están sus prioridades, hermanos? ¿Qué es lo que en realidad importa?
martes, 4 de enero de 2011
...
La doctora dice que mis cuadriceps están bastante subdesarrollados. Dice que el que corra todas las mañanas no va a hacer mucho por mis músculos. Dice que es un ejercicio aeróbico. Lo único que he logrado es más agilidad y mejor oxigenación. Mis pulmones alquitranados me lo han agradecido, porque ya no me canso con una actividad tan sencilla como caminar a la tienda o subir un par de escaleras. No importa, mis músculos son débiles. Mi cuerpo es débil y estoy seguro que lo primero que cederá en este cuerpo no serán mis huesos sino mi corazón.
lunes, 7 de junio de 2010
Si se puede... ya ves que siempre pierden.
"¡Si se puede!" (oración de condición o suposición) .
"¡Sí se puede!" (afirmación alentadora).
Y he allí, primero, la importancia de un acento y, más que nada, la razón por la cual la selección mexicana nunca gana un mundial; su gente duda de ella hasta cuando vitorean.
Les propongo que cada vez que alguien escriba la mentada frase y no le ponga acento, línchenlo, cástrenlo o al menos denle un buen zape porque por incautos de tal calibre su selección jamás gana (y digo su selección porque yo no la escogí).
Saben qué... mejor ni la digan ya. Búsquense otra frase porque ésa me suena a marcha fúnebre, además, cada vez que un mexicano dice "¡sí se puede!" Dios le pega a un niño en la cara.
"¡Sí se puede!" (afirmación alentadora).
Y he allí, primero, la importancia de un acento y, más que nada, la razón por la cual la selección mexicana nunca gana un mundial; su gente duda de ella hasta cuando vitorean.
Les propongo que cada vez que alguien escriba la mentada frase y no le ponga acento, línchenlo, cástrenlo o al menos denle un buen zape porque por incautos de tal calibre su selección jamás gana (y digo su selección porque yo no la escogí).
Saben qué... mejor ni la digan ya. Búsquense otra frase porque ésa me suena a marcha fúnebre, además, cada vez que un mexicano dice "¡sí se puede!" Dios le pega a un niño en la cara.
Etiquetas:
Ingenio Lingüístico,
Libelos/rabietas/otros desplantes
domingo, 7 de marzo de 2010
Apathy, the main symptom of the second phase, was a
necessary mechanism of self-defense. Reality dimmed, and
all efforts and all emotions were centered on one task: pre
serving one's own life and that of the other fellow. It was
typical to hear the prisoners, while they were being herded
back to camp from their work sites in the evening, sigh with
relief and say, "Well, another day is over."
It can be readily understood that such a state of strain,
coupled with the constant necessity of concentrating on the
task of staying alive, forced the prisoner's inner life down
to a primitive level. Several of my colleagues in camp
who were trained in psychoanalysis often spoke of a
"regression" in the camp inmate—a retreat to a more
primitive form of mental life. His wishes and desires
became obvious in his dreams.
What did the prisoner dream about most frequently? Of
bread, cake, cigarettes, and nice warm baths. The lack of
having these simple desires satisfied led him to seek wish-
fulfillment in dreams. Whether these dreams did any good is another matter; the dreamer had to wake from them to the reality of camp life, and to the terrible contrast between that and his dream illusions.
Hiding his mouth behind his upturned collar, the man
marching next to me whispered suddenly: "If our wives
could see us now! I do hope they are better off in their
camps and don't know what is happening to us."
That brought thoughts of my own wife to mind. And
as we stumbled on for miles, slipping on icy spots, support
ing each other time and again, dragging one another up
and onward, nothing was said, but we both knew: each of
us was thinking of his wife. Occasionally I looked at the sky,
where the stars were fading and the pink light of the morn
ing was beginning to spread behind a dark bank of clouds.
But my mind clung to my wife's image, imagining it with
an uncanny acuteness. I heard her answering me, saw her
smile, her frank and encouraging look. Real or not, her
look was then more luminous than the sun which was be
ginning to rise.
A thought transfixed me: for the first time in my life I
saw the truth as it is set into song by so many poets, pro
claimed as the final wisdom by so many thinkers. The truth
—that love is the ultimate and the highest goal to which man can aspire. Then I grasped the meaning of the greatest secret that human poetry and human thought and belief have to impart: The salvation of man is through love and in love. I understood how a man who has nothing left in this world still may know bliss, be it only for a brief moment, in the contemplation of his beloved. In a position of utter desolation, when man cannot express himself in positive action, when his only achievement may consist in enduring his sufferings in the right way—an honorable way— in such a position man can, through loving contemplation of the image he carries of his beloved, achieve fulfillment.
For the first time in my life I was able to understand the meaning of the words, "The angels are lost in perpetual contemplation of an infinite glory."
necessary mechanism of self-defense. Reality dimmed, and
all efforts and all emotions were centered on one task: pre
serving one's own life and that of the other fellow. It was
typical to hear the prisoners, while they were being herded
back to camp from their work sites in the evening, sigh with
relief and say, "Well, another day is over."
It can be readily understood that such a state of strain,
coupled with the constant necessity of concentrating on the
task of staying alive, forced the prisoner's inner life down
to a primitive level. Several of my colleagues in camp
who were trained in psychoanalysis often spoke of a
"regression" in the camp inmate—a retreat to a more
primitive form of mental life. His wishes and desires
became obvious in his dreams.
What did the prisoner dream about most frequently? Of
bread, cake, cigarettes, and nice warm baths. The lack of
having these simple desires satisfied led him to seek wish-
fulfillment in dreams. Whether these dreams did any good is another matter; the dreamer had to wake from them to the reality of camp life, and to the terrible contrast between that and his dream illusions.
Hiding his mouth behind his upturned collar, the man
marching next to me whispered suddenly: "If our wives
could see us now! I do hope they are better off in their
camps and don't know what is happening to us."
That brought thoughts of my own wife to mind. And
as we stumbled on for miles, slipping on icy spots, support
ing each other time and again, dragging one another up
and onward, nothing was said, but we both knew: each of
us was thinking of his wife. Occasionally I looked at the sky,
where the stars were fading and the pink light of the morn
ing was beginning to spread behind a dark bank of clouds.
But my mind clung to my wife's image, imagining it with
an uncanny acuteness. I heard her answering me, saw her
smile, her frank and encouraging look. Real or not, her
look was then more luminous than the sun which was be
ginning to rise.
A thought transfixed me: for the first time in my life I
saw the truth as it is set into song by so many poets, pro
claimed as the final wisdom by so many thinkers. The truth
—that love is the ultimate and the highest goal to which man can aspire. Then I grasped the meaning of the greatest secret that human poetry and human thought and belief have to impart: The salvation of man is through love and in love. I understood how a man who has nothing left in this world still may know bliss, be it only for a brief moment, in the contemplation of his beloved. In a position of utter desolation, when man cannot express himself in positive action, when his only achievement may consist in enduring his sufferings in the right way—an honorable way— in such a position man can, through loving contemplation of the image he carries of his beloved, achieve fulfillment.
For the first time in my life I was able to understand the meaning of the words, "The angels are lost in perpetual contemplation of an infinite glory."
sábado, 6 de marzo de 2010
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