martes, 13 de enero de 2009

En el camión, a las 5:00pm, Cristo te ama...

Si a usted le encanta que le digan qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo, ¡pase por aquí! Si usted gusta de las recetas espirituales para un delicioso caldito para una alma encadenada, los cuentos de hadas con moraleja turbia, el abandono del sentido común, el pensamiento lineal, una escala de valores dictada por un temperamental ser intangible y sus secuaces avariciosos, pedófilos, iracundos, y por igual irracionales, ¡acérquese! Con el tiempo, cuando usted esté totalmente privado de su individualidad y de un porcentaje de sus ingresos —aunque, véalo por el lado amable, la lobotomía no será cargada a su menguante cuenta—, y pase a ser parte de la próspera masa inservible del mundo, usted tendrá un status suficiente para decirle a los demás cómo deben llevar sus vidas —e hipócritamente usted se jactará de ser un buen creyente sin hacer ni la mitad de lo que predica—, cuántas veces se irán al infierno, dónde queda el asiento del averno designado para cada una de las personas que no le rezan a vuestro Dios, incluso arruinar las mañanas de la gente con folletitos y pláticas verbatim. También regocijarse cuando un infiel sufre alguna desgracia, nombrar todo lo que no le parezca apropiado como “algo del Diablo”, y recordarle a todos que no importa que sean unos pecadores, malnacidos, infieles, impuros y herejes, aún así Jesucristo y el Padre Omnipotente —en caso de no ser católico o cristiano inserte a su deidad favorita aquí— los aman. ¡Ande, acérquese a la religión, el mejor departamento de respuestas prefabricadas, propuestas exageradas y falsas promesas por excelencia!

(Además de la religión —de la cual me he deslindado por su hipocresía ante el prójimo—, el concepto de Dios en sí ha sido, por siglos, la mejor excusa para la negligencia. Es imperativo dejar atrás esa codependencia. Tomen las riendas de su vida, forjen su futuro, porque los padres no estarán siempre para absolverlos. No hay nada más desagradable que un hombre maduro —incluso una mujer— que todavía depende de sus padres. Ahora, saquen ustedes conclusiones)