Hoy te digo que no salido de casa, ni siquiera he ido a trabajar gracias a la lluvia, misma que, por cierto, a mí me tiene maravillado. Ahora te digo que no he podido o más bien no he querido salir de mis aposentos por no preocupar a mi familia pues afuera, y desde hace varios días, hay un diluvio que tiene las vialidades hechas un desastre. Así es difícil transportarse a la escuela, al trabajo, con los amigos.
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Viendo esta lluvia, cual río fluyendo desde el cielo a la tierra, rememoro los primeros días de enero en la Bella Airosa bajo una llovizna y acompañado de una duendecilla. ¡Qué recuerdo tan turbio! Con el contraste de tan bella lluvia, que ahora mismo acontece, se me confunden las emociones y se me viene a la mente un poema cursi:Gotas raudas contra el pavimento
a compás un tanto violento.
Marcha que marcha el tránsito lento,
gente que huye empapada del viento.
Al fluir de ríos cenagosos,
los diablos andan muy gustosos
por ver tantos cuerpos flotando morosos.
"Oh bello día que rayas en lo apocalíptico,
con tanto desastre y todo su lastre
de los daños habrá que hacer un tríptico!"
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Resulta que desde hace un par de días se la han vivido los ángeles de orgía tras orgía y sus divinos humores han estado cayendo por toda la ciudad pero la gente, siendo tan santurrona y mojigata, se ha alarmado y ha hecho un tremendo berrinche por la falta de moralidad; nadie sale de su casa por pavor lúbrico.***