—Si no pudo asesinarlo en la vida real, al menos lo asesinaré ficticiamente. Obtendré placer al hacerlo. Ojalá y él viva lo suficiente para poder leerlo y que note lo mucho que me repugna.
—Toma ese odio y fragméntalo en diferentes individuos que no son más que desperdicio de carne, zánganos, larvas de la puta sociedad y tendrás una idea de lo que siento al contemplar lo poco que aspiran mis compañeros.
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